El Romanticismo es una reacción contra el espíritu racional y critico de la ilustración y el clasicismo, y favorecía, ante todo:
Es propio de este movimiento un gran aprecio de lo personal, un subjetivismo e individualismo absoluto, un culto al yo fundamental y al carácter nacional o
volksgeist, frente a la universalidad y sociabilidad de la ilustración en el siglo
xviii; en ese sentido los héroes románticos son, con frecuencia, prototipos de rebeldía (don juan, el pirata, prometo) y los autores románticos quebrantan cualquier normativa o tradición cultural que ahogue su libertad, como por ejemplo las tres unidades aristotélicas (acción, tiempo y lugar) y la de estilo (mezclando prosa y verso y utilizando polimetría en el teatro), o revolucionando la metrica y volviendo a rimas más libres y populares como la asonante. Igualmente, una renovación de temas y ambientes, y, por contraste al Siglo de las Luces (Ilustración), prefieren los ambientes nocturnos y luctuosos, los lugares sórdidos y ruinosos (siniestrismo); venerando y buscando tanto las historias fantásticas como la superticion
Un aspecto del influjo del nuevo espíritu romántico y su cultivo de lo diferencial es el auge que tomaron el estudio de la literatura popular ramances o baladas anónimas, cuantos tradicionales, copias, refranes) y de las literaturas en lenguas regionales durante este periodo: la gaelica, la escosesa la provensal, la bretonal, la catalana, la gallega, la vasca... Este auge de lo nacional y del nacionalismo fue una reacción a la cultura francesa del siglo
xviii, de espíritu clásico y universalista, difundida por toda Europa mediante napoleon
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